Te voy a escribir, hacerte palabra, desmenuzarte en sílabas y una vez que seas texto, leerte y volverte a leer, cada noche, por la mañana antes del desayuno y a medio día. Te haré poesía, o pensando en mi afán por el periodismo, que seas crónica. Por tu piel serías de la buena literatura, de esa que desde el inicio te atrapa, te hechiza, te deja pensando si la lees de a poco (para que te dure el gusto), o te quedas hasta acabar de leerla de un tajo. Por tu forma de pensar, serías una lectura académica, de esa que pocos entienden, pero que tanta falta hace para comprender un poco más el mundo. Por mi manera de ser te leería en voz baja, para que nadie se enterara de los secretos que guarda tu cuerpo, que sean nuestros, cómplices eternos, tú y yo, haciéndonos más listos, intelectuales de nosotros, sabios al beso, expertos en el amor.
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